Cuando era pequeña, me dijo, sentía como bonito lo lejano y feo lo cercano. Esta mañana, sentadas las dos en el tranvía, el trayecto nos mostró que esto es todo lo que sabemos sobre la belleza. Y cuando nos dimos cuenta las cremalleras de la vía se abrían alejándose. El tranvía nos llevaba por la avenida y a las dos nos parecía hermosa, y después de todo lo que aprendimos sobre la belleza, ahora sabemos que no lo es.
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Piensa tanto que a veces tropieza con el contenido de su mente.
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No es que haya perdido la fe es que la busca.
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Se mete tanto en las páginas que entra al tiempo del libro y al salir es al lugar del libro donde regresa, pero solo cuando lee.
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Cruza los brazos al esperar, los abre al recibir. Cuando camina los deja libres y muertos al dormir. El lenguaje es un cuerpo que se mueve, a lo lejos le veo decir hola.
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