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Mostrando entradas de 2021
  Con el propósito de darme caza, las palabras evolucionan. Un precipio tras su borde. Lo que quiero ser, escribo. Hay palabras que vuelan.
 Naranjo en flor El sentido estético de la persona enterrada asume la forma de la piedra de su tumba. Yasunari kawabata.  Los samuráis escribían un haiku antes de morir. Eras un guerrero, pero te fuiste sin hacerlo: Naranjo en flor.  Abono de ceniza.  Tú permaneces.
  Los libros son personas que hablan. Escucho lo que tienen que decir, para saber qué tengo que decir yo.
      Decimos que las cosas tienen vida propia, porque cada cosa se toma su tiempo para encontrar su sitio.
  Esa hora, en la que la noche se crece a media tarde, parece que va a derramar, para siempre, la noche.
 Sobre la mesa del almuerzo, escribir es un mar blanco. Desaparezco en la ola de la hoja.
 Dijo que el miedo también era esto. Grabó la emoción junto al paisaje.
  Fue durante la noche, que se deshizo la rosa. Sobre la grava negra, amarillo es el amanecer de su muerte.
  El lugar de un poema lo ocupa un volcán. El ladrido de un perro junto al silencio de la noche. El olor a café, la hora del almuerzo, una puerta que se vence. Era temprano, domingo por la mañana y se abrió la tierra. No estaba allí, pero como si estuviera. Mi alegría se precipitó espesa y negra como la lava incandescente que todo lo niega.          
 Callada en todas partes menos en el poema. El único lugar donde habla el silencio.
    La memoria es una montaña al final de la calle, la silueta extendida de una que despierta la colina de la infancia. Pero los recuerdos, suspendidos en el aire, solo son esta breve imagen que fijo, como los elementos y líquidos de una primitiva fotografía.  
  Ha entrado en erupción el televisor. Un volcán flamea en la pantalla. Cada llamarada, una cara, como un ser mitológico de múltiples caras. Fuerza que ruge en su avance y engulle todo con lo que se topa. Lenta, pero implacable, no sabemos si piensa, si es consciente de su torpe travesía, la lava. Crepita la forma original del miedo. Tremor de otra época, antigua y primera, terror a la montaña de fuego. Luego vendrán las historias, pero el impacto inicial es un choque tectónico, entre capas de tiempo, como si se escapara, del origen, la imagen del primer sueño. Apago el televisor para dormir al dragón. En una pequeña pantalla de la mente fulgura la pesadilla. 
  El estómago del cuaderno.
 El cuerpo se queda atrás cuando me muevo. ¿Quién es la que se mueve si no hay cuerpo? Es una jaula, no el cuerpo, sino la cabeza que lo piensa. Morir, pero no de cuerpo.
  Los trozos del jardín. Mapa de lo que pienso sobre el jardín.
  Aquí quedó aparcado este poema, desde el tiempo en que escribía lo que ahora niego. La otra, que vive mientras y me conoce, no sabe cómo poner fin.   FIN
Corazón roto Para no seguir el hilo de los acontecimientos, con la mirada sigo el camino de una ranura de la pared que, como orografía de una pena, sigue el mismo trayecto.  
 El poema condiciona la verdad del paisaje, antes solo era espacio. Sobre cada fragmento de la apariencia, la túnica que cubre lo puro.
  Posar un plato bajo el árbol. El agua, de la naturaleza, su idioma. El mirlo lo comprende y se baña, libaciones de la mañana.
  Materia prima. Cuerpo de árbol. Espejo de la palabra. Los pensamientos son los surcos donde luego camina el gesto.
  Un bosque ha de surgir para internarse y nublar el bosque de mis pensamientos. Contra ellos lo vegetal progresará hacia el cerebro como si plantase palabras y les cortara el aire.
No puedo salir a buscarte, pero todo lo que vuela regresa.      
 No hay plumas sin aire. Dos mirlos pelean sobre el territorio, uno muere en el jardín, cuatro plumas recojo, pero en el asfalto, alguien me mira desde un balcón, no es una adivinanza, soy nueva en el barrio, cuando llegué el mirlo ya vivía aquí. Desde la acera fotografío lo que no puedo compartir, le escribo estas líneas.
 LLuvia Bajo el árbol yo soy árbol también, con el agua me enramo.  Luis Feria  Ser naranjo. Foto: Teresa Arozena, 2007.
        Aquí me quedo El poema nace en la mañana que mira a la ciudad para inventarla. Reposa en la figuración. En la membrana de escribir el caudal nuevo. Escribir es la causa de esta casa en cuya puerta digo: Desde aquí vuelo.