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Bordes deshilachados 25








Ponemos patas arriba la cocina. Buscamos un refugio entre las baldosas, debajo de la mesa, en la alacena. Somos pequeños y todavía no sabemos que el único refugio es la intempérie. 

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Cuando llegue el día que no necesite decir lo buena que es, ni valorar cuánto le quieren, el día que  nadie venga detrás limpiando las huellas. Cuando llegue ese día, al volver a casa se encontrará sentada, digiriendo en su entrecejo esta idea para sobrevivir. Para ése día, que podría ser hoy,  se habrán disuelto las expectativas y el miedo, entonces todo quedará reducido a esta espera de la nada. Mientras tanto, sigue atenta.

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El ladrido de un perro hace más profundo el silencio.


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y el tiempo y el amor te sobran para esquivar las traslucidas tristezas para borrar los encuentros con el fantasma y jugar con la luz que entra por la ventana del cielo hasta la mesa de la cocina

Todo por escrito

18 de agosto Ayer leí un texto escrito por alguien veinte años más joven que yo, y no era cualquier cosa,  era el texto que siempre había querido escribir. Me sentí mayor, como si para la literatura como para el deporte hubiera que tener una edad. Luego me reí y salí corriendo. 26 de agosto A esta hora de la mañana el edificio en el que vivo se me antoja como una gran mente que acoge los sueños y pesadillas de todos mis vecinos. Entonces, si ahora salgo de mi piso, como es temprano y aún muchos duermen, seguro que veré por las escaleras  las calles de los sueños. Por ellas bajan y suben los personajes, en fila los del tercero, o la pesadilla con agua de los del quinto. A los míos ya los desperté, por eso sueño.