Tus pasos y el canto de un pájaro, como el jadeo de un perro y los pasos de su dueño.
El sonido de un avión, sordo por la calima, se enreda en las conversaciones del aire.
Una conocida en ropa de deporte te saluda con culpa, como si la hubieras descubierto cometiendo un delito.
Dos perros que arrastran a su dueño ladran de lo que pesa.
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