El martes soñé que me encontraba de frente conmigo y sonreía. Ayer, que me decía adiós con la mano. Hoy no he pegado ojo, no vaya a ser que me duerma y no me vea.
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Soñé que escribía un texto, en la vigilia lo pasé a limpio en el techo.
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En un cuadro de un pintor surrealista entra un león por la ventana. Sé que ocurre lo mismo en mi casa, por eso, cuando duermo, vigilo a ver si lo veo.
identificar las huellas de lo sucedido y de lo comprendido y fundar personas y siempre sentir la segunda piel como la posibilidad adquirida de expresar el coste de lo acaecido y querer ser para estar y disfrutar sin parar y ser lo sentido y ser libre para ser norreal
Desde la cama miramos cómo viven los abrigos cuando cuelgan de la puerta del armario. Parecen dos amantes que descansan, inerte reflejo de nosotros. Se preguntan, desde su percha, cómo aguardar a nuestros cuerpos ante el frío de la noche.
El que tarda en vestirse, en desayunar, el que invierte en salir de casa. Los pasos contados hasta el tranvía, los niños corriendo hacia el colegio. Un coche blanco le cede el paso, saluda a su conductor. Se fija en la hora, en la calle, en la gente, en el aire, como entra a sus pulmones, en el sol, como corre la cortina, en sus latidos, como significan tiempo.
El poema revela la forma deliberada. De hojas de árbol un rostro. Flores en la mesa son su sombra. 14032024: Otro día de la poesía, que es todos los días
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