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Todo por escrito








Aprendo caligrafía japonesa. Hay algo que quiero escribir que solo cabe en esos trazos. Asisto a la primera clase y me siento pequeña, insegura ante el pincel a menos diez, pero fascinada por la fuerza de la tinta negra, conmovida por el trazo y perdida entre la colina y el mar del tintero.
Esta semana no he escrito nada, ni siquiera en japonés. Después de la primera clase de caligrafía solo dejo que el agua en la ducha caiga sobre mí indirectamente, igual que cae sobre el pincel, a ver si así va saliendo la tinta.

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