Mientras el aire juega con la mañana
los cuerpos y las hojas se mueven como si fueran una misma cosa.
Con la mano izquierda sujeta el cuaderno y el sonido de un motor,
el de la piscina y algún pájaro del cielo.
El Escorial se silencia,
pero las voces de la casa y el sol en el cuaderno.
Hay perros mata lobos y espantapájaros siniestros.
Como por fuera de la casa que las avispas merodean
y el lápiz y la araña y las niñas que corren tras ella.
Una urraca llama al fuego, el vecino corta leña,
al abrir la mano izquierda los sonidos se dispersan,
porque por muy sereno
y como Suiza por los abetos,
los tejados de pizarra, los patos y los recuerdos
aquí los cuerpos se mueven al sonido del silencio.
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