Como un gato que abandonaba temporalmente la morada que le cobija, se aventuró a salir de su resguardo de palabras y papeles. Pero, a diferencia del gato, no recordaba el camino de vuelta.
Muchas veces he querido anotar en mi libreta un pensamiento perdido minutos antes, sin que haya encontrado la manera de llagar hasta él. Y después ya no he podido recuperarlo. Sin duda, habría que construir pasadizos de aire que nos llevasen hacia esos pensamientos que una vez se perdieron. O un tobogán, mejor. Sí, por qué no... un tobogán para abalanzarnos sobre ellos.
Si un pensamiento se aleja de las palabras, que son su natural refugio, se acabará perdiendo sin remedio, pues en aquéllas se fijan los pensamientos y emociones, aunque, a menudo, a uno le parezca que el lenguaje no puede expresar todo lo que uno piensa o siente. A mí, alguna vez, me ha sucedido lo mismo que a Isidro; se me ocurre un verso, una frase que no apunto, confiando en mi memoria, y que después no logro recordar y se acaba perdiendo, irremediablemente, en el olvido.
Alguna vez he escuchado que el poema sigue a su autor hasta que se convierte en palabras, y no lo abandona hasta que es atrapado, pero creo que si no lo escribes, por mucho que te siga, terminará perdiéndose. Me gustó, Isidro, ese tobogán para abalanzarse sobre los pensamientos, es más divertido que sentarse ante un papel en blanco con el lápiz afilado. Ramiro, muchas gracias por confirmar el olvido, un abrazo a los dos.
el paisaje en movimiento el mar coronado un viento arrebatador kilómetros por hora dentro y fuera en las olas milímetros en el amor da gusto verte intermitente un tiempo para pensar para fotografiar para raptar este instante ya un recuerdo grabado en la retina y en la naríz y en el cerebro todo pasa tan deprisa el movimiento desde aquí y desde ti
El cuerpo se queda atrás cuando me muevo. ¿Quién es la que se mueve si no hay cuerpo? Es una jaula, no el cuerpo, sino la cabeza que lo piensa. Morir, pero no de cuerpo.
Comentarios
Hermosa foto y hermoso poema.
Saludos cordiales.
Me gustó, Isidro, ese tobogán para abalanzarse sobre los pensamientos, es más divertido que sentarse ante un papel en blanco con el lápiz afilado.
Ramiro, muchas gracias por confirmar el olvido, un abrazo a los dos.