Ir al contenido principal

Bordes deshilachados XIX





Hay archipiélagos de trabajo, de familia o de calle. Archipiélagos casuales donde las personas somos islas, pero a la deriva. Nos juntamos y separamos por elección, obligados o desorientados. Ayer formé archipiélago con una familia en la sala de espera de un médico. Esta mañana, con dos ancianos y una niña por la acera. Ahora, sola en mi casa, vuelvo a la isla.

*

¿Cuánto tiempo pesa la soledad para transformarse en ligera? 

*

Para mirar a los niños bajamos la cabeza, pero con ilusión. Ellos miran hacia arriba con miedo,  preguntándose por nuestro niño. 

Comentarios

Kiddo ha dicho que…
Unidos tan solo por las circunstancias, por el sobrenombre de mismo de archipièlago.

Entradas populares de este blog

Los desconocidos

Parece que hablan otro idioma pero les pasa que se desconocen a sí mismos.

La azotea

Me gustaría dejar dormidas a las palabras en mi cama, aunque sería mejor barrerlas como a la azotea de mi casa. Mi casa tiene una azotea, desde allí diviso y hago como si mantuviera el orden. Me parezco a la casa, pero no soy. El pasillo lleno de palabras, pero no son. Pensamientos que quieren abrir ventanas que no son ventanas.

Se abre el telón

Un lunes por la mañana, en la copa del naranjo, se posó un mirlo. Cerré la cortina el lunes por la tarde, y allí seguía el mirlo, navegando entre las ramas de su amado naranjo.

el amor es como el color, depende del cristal

Encerrados en el reflejo carecemos de la perspectiva suficiente para vernos,  con todos los matices, cualidades y aspectos, a pesar de eso jugamos a encerrarnos.