Me gustaría dejar dormidas a las palabras en mi cama,
aunque sería mejor barrerlas como a la azotea de mi casa.
Mi casa tiene una azotea,
desde allí diviso y hago
como si mantuviera el orden.
Me parezco a la casa, pero no soy.
El pasillo lleno de palabras, pero no son.
Pensamientos que quieren abrir ventanas que no son ventanas.
Comentarios
Seria raro estar en una casa que no la veamos como a nosotros mismos, no?
Si de eso se trata, esta claro que la casa es un reflejo de cada uno de nosotros, como lo son todas las cosas que nos rodean, los objetos cobran la vida que nosotros les damos, un saludo, gracias por tu visita.
Rosa María, otro abrazo para ti, muchas gracias por tus comentarios, efectivamente que no exsiten las casualidades, todo está conectado, saludos.