Existe el tedio de los metros de pasillo caminados hacia ningún sitio,
el tedio de los que siempre llegan tarde y disimulan su cobardía.
Existe el tedio de mirar por la ventana y ver siempre lo mismo.
El de las horas muertas imposibles de pasar por muertas.
Existe el tedio del sonido de fondo, como un animal que respira.
El tedio de la falta de afecto, a nadie le importa nadie.
Existe el tedio de no saber cómo ordenar los pensamientos y el tiempo, esa locura.
El tedio de tener que mentir, como si nada pasara.
El de no perdona al sueño, sentada en una silla,
el tedio de no tener nada que hacer,
pero escribir.
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