A veces las casas y las calles no son la respuesta,
a veces tampoco es la montaña a lo lejos,
verde, pero esperando el agua que no llega.
Tampoco la forma de las nubes en ángel gigante
que fabrica el viento que viene de África,
el que trae la arena que envuelve el cielo
como un velo que no deja respirar.
Entonces tiene que ser la gente,
que desde este balcón no veo,
pero intuyo dentro de sus casas
o conduciendo los pequeños coches
que cosen la autopista lejana,
la respuesta a este sin sentido
tienen que ser ellos,
con sus movimientos silenciosos,
ese ir y venir que busca el mismo ángel
en la forma de las casas,
de las calles o en el cielo
que nos muestre la respuesta.
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