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Las nubes




La ciudad que habito ama a las nubes.
Se acercan por la mañana
arrastrándose desde el cielo remoto
y rebosan como un mar pegajoso
sobre la orilla de las montañas
de la ciudad que habito

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Fui testigo de mi cárcel de palabras. Fui guardiana de mi mal. Ahora, abiertos los cerrojos en orden salen al trazo al repaso a la mirada al amor
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