La tarde parece latir como un viejo reloj al que le pesan las horas.
Pero al salir de la casa una furgoneta cruza la calle a toda velocidad.
Ve dos veces a tres ciclistas y una vez al mismo perro.
El sol da la espalda a las nubes mientras camina.
Siempre se escuchan campanas cuando te llamo, escucha,
pero en esta ciudad realmente todos hablan del tiempo,
les oye al pasar, empieza a llover, hablan y corren.
Al final fuiste tú el que le dejó, escucha decir.
Al final fuiste tú el que le dejó, escucha decir.
Al llegar al café le persigue esa frase, en el jardín también hablan.
Las conversaciones, que bailan en el aire, no le pertenecen.
Está fuera a pesar de estar fuera, se moja.
Ha pasado mucho tiempo y ha aprendido solo lo justo, se sienta.
Ha pasado mucho tiempo y ha aprendido solo lo justo, se sienta.
No piensa en el futuro, pero hace planes elásticos, los mide.
El té baja por su garganta, cierra los ojos y lo siente.
Mientras en la calle dormida, no muy lejos,
unas planchas de aluminio que protegen una obra
crujen, allí también llueve.
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