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Tren de Leiden a Den Hagg






Vinimos a las tierras bajas a emerger y a atar cabos que se habían soltado. 

Para Alejandra, Karin y Alejandro.





Es el tren y se mueve con el horizonte.

Sin alteración, ni nada que sea montaña ni elevada ni inesperada.

Paz verde y agua de árboles, desnudos.

Son manos saludando en lontananza.

Algún molino a lo lejos disimula

como las granjas serenas siembran de personas el campo.

Es el tren y se mueve despacio,

de ritmo sereno como el paisaje extranjero.



Nada esconden, se les ve por la ventana.

Es por la luz dicen, para aprovecharla.

Pero les vimos llegar a lo lejos:

un movimiento entre una palabra y otra,

un sonido que es el silencio,

el espacio entre las personas.


Nos subimos con ellos al tren en Holanda

y supimos que se parece al pensamiento,

que la distancia entre las ciudades o los tiempos

es el trayecto.








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