Colocaste una moneda en el borde de un espejo, antes de salir de la casa, sin que nadie te viera. Cuando la encontré pensé que era un aviso. Pensé que era una puerta para ir a la otra orilla, pensé en el botón de encendido de un asunto sagrado. Colocaste esa moneda en el borde de este espejo, para que se refleje, me explicaste luego. Cuando a veces se cae parece que algo pierdo, por eso la vuelvo a colocar. Así estamos todo el tiempo.