Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de noviembre, 2010

En la fotografía

Hay cantantes que están muertos pero esta tarde cantan en la cocina. Escritores que también están muertos, pero se abren de páginas entre tus manos cuando ahora te sientas en la silla. Fotógrafos escondidos detrás del marco, desde el ojo del tiempo nos vigilan. Creo que antes de morir  todos ellos conspiraron a favor d e un sueño. Con un objetivo en un instante. Con las palabras justas y la memoria. Para que cuando la música suene en la cocina, para que cuando abramos el libro sentados en la silla, sepamos que no estamos solos,  que ellos nos acompañan en la fotografía.

Canción para Sumie

Ha transcurrido tanto tiempo que ya no la recuerda. Lo sabe al tropezar por casualidad con una cara que está pintada en un muro y se le parece con ella. ¿Por qué no me preguntas lo que pasó? le dice a la cara. De esa manera en la que tú sabías preguntar siempre. Como si hablaran. La respuesta a esa pregunta, responde la cara, es que no pasó nada. ¿Existe acaso la muerte? La respuesta está impresa en un muro. En la casualidad de una tarde en la que paseas, cuando encuentras la imagen de una cara y te recuerda a ella. Luego, sigues tu camino como si nada, cantando en el olvido.

El fotógrafo

La luz juega a despedirse. Baila detrás de la casa, de los árboles, del muro. Da un último paso y se esfuma. Pero antes se desliza por la montaña, se trenza en los caminos, y entre las nubes, ondula sus motivos siempre cambiantes. La escolto en su repertorio. Bailamos hasta la despedida, pero antes de que se disipen sus moléculas hago una foto del atardecer y me meto dentro.

El laberinto de los objetos

Soy mala anfitriona de mi casa. Pero de las cosas que la habitan. Se han hecho laberinto los objetos. Te lo voy a contar: La puerta se cierra sola. Con la silla no hay quien pueda. Las tazas vuelan por la cocina y la ropa no se deja lavar. No hay lugar para el descanso. La cama sin vestir es un muro muy alto. Las fotos y los libros son temibles obstáculos. Pero de una cosa estoy segura: El laberinto está en mi cabeza.

Desaparecer

Solo después de los pequeños fracasos aprendemos a desaparecer.                  * Un niño que comete un error se esconde para que no le descubran. Le basta con taparse la cara para no ser visto. Después, nos vigila desde su escondite.