La ciudad que habito ama a las nubes. Se acercan por la mañana arrastrándose desde el cielo remoto y rebosan como un mar pegajoso sobre la orilla de las montañas de la ciudad que habito
La música llegó como un manantial al jardín del Museo Batham La sombra de las nubes sobre los instrumentos y los pájaros sobre el alcornoque que cubría al gentío como el canto de doscientos alientos y un sólo oasis